Si observamos nuestras acciones cotidianas, veremos que siempre las hacemos de la misma manera. Tareas sencillas como cepillarnos los dientes o vestirnos siguen un libreto no escrito, pero que respetamos a rajatabla. Son nuestros hábitos, que hemos adquirido después de cientos y de miles de veces de hacer las cosas de la misma manera. Nos dan seguridad porque al repetirlos estamos en un terreno desconocido, y nos permiten gastar menos energía porque los hemos interiorizados a tal punto que ni siquiera debemos pensar en ellos.
Sin embargo, existen hábitos buenos (como alimentarse de forma saludable, hacer deporte, privilegiar el descanso y la familia) y otros malos (comer demasiada comida chatarra o dulces, una vida sedentaria, tabaquismo o exceso de alcohol).
La buena noticia es que un hábito malo se puede desaprender, y uno bueno se puede aprender. Todos tus hábitos los has aprendido en algún momento, y a todos los puedes cambiar si lo deseas.
Somos Seres De Costumbres
Si te observas a ti mismo desde que te despiertas por la mañana, hasta que regresas a la cama por la noche, descubrirás una larga serie de hábitos. Puedes ver cuál es tu hábito para ir al baño por la mañana, cuáles usas a la hora de desayunar, durante la escuela o el trabajo, al comer, en el gimnasio o en el campo de deportes, durante la cena, cuando tomas ese libro o la tablet y vas a la cama.
Un ejercicio interesante que puedes hacer acerca de tus hábitos es tomar un cuaderno, dividir una hoja por la mitad y en un lado escribir tus hábitos buenos o positivos (como un desayuno saludable o la gimnasia de todos los días) y tus hábitos malos o negativos (pasar demasiadas horas en las redes sociales o elegir comidas poco saludables, etc.).
Esto te permitirá conocerte mejor a ti mismo (te aseguro que algunas cosas de tu lista te sorprenderán) y ver qué hábitos quieres modificar o eliminar.
La Ciencia Detrás De Los Hábitos
William James, filósofo estadounidense que es considerado el padre de la psicología científica, publicó en 1887 un artículo titulado «El hábito» en el que sentó las bases de la plasticidad del sistema nervioso y de nuestro cerebro. Una idea revolucionaria en su momento que hoy en día se ha confirmado.
James dio cuenta de la importancia de formar buenos hábitos, ya que permiten automatizar conductas para ejecutarlas de manera inconsciente. También determinó que los hábitos se pueden aprender y desaprender, a diferencia del instinto que tiene origen genético.
Quizá lo más importante que postuló James -y lo que más nos interesa en este artículo- es que nuestro cerebro tiene la plasticidad suficiente para aceptar nuevas influencias (nuevos hábitos) pero sin ceder de inmediato (de allí la dificultad de cambiar hábitos ya establecidos) y que son necesarios al menos 21 días consecutivos repitiendo aquello a lo que deseamos acostumbrarnos para convertirlos en un hábito establecido.
Los hábitos surgen de la habilidad del cerebro para encontrar formas de ahorrar esfuerzo. Convierte una serie de acciones en una rutina automática: un hábito; y para ello necesita un mínimo de 21 días.
Cómo Crear Hábitos Saludables
Quizá el consejo más importante para incorporar un hábito positivo sea comenzar de inmediato. Por miedo o indecisión evitamos hacer esos cambios que sabemos que necesitamos y que harán mejor nuestra vida, y los posponemos indefinidamente.
- Un hábito por vez: no tendrás éxito si intentas cambiar demasiadas cosas que acostumbras. Crear un hábito saludable o modificar uno existente necesita de motivación y voluntad, por lo que si intentas hacer muchos cambios a la vez tan solo garantizas el fracaso.
- Específico y realista: «Ejercitar a diario» puede dar lugar a muchas interpretaciones (como que la caminata al almacén de la esquina cuenta como ejercicio), pero «Ejercitar tres días a la semana durante media hora para mejorar mi resistencia y flexibilidad» es mucho mejor. También es necesario que sea realista, porque si llevas una vida sedentaria y de pronto quieres entrenar una hora diaria cinco días a la semana, es muy probable que abandones.
- ¿Por qué quieres crear o cambiar ese hábito?: Antes de comenzar tus 21 días, es importante establecer las razones por las que buscas ese cambio. Puede parecer banal y obvio, pero eso nos ayudará cuando debamos echar mano a la fuerza de voluntad.
- Evita el miedo y la indecisión: ambas son las razones más poderosas por las que nos oponemos a un cambio, aunque sea positivo. Sentimos miedo a lo desconocido, y preferimos lo que ya conocemos, aunque no sea lo mejor (y lo sepamos). La indecisión nos impide avanzar porque nos es difícil tomar decisiones y responsabilizarnos de ellas, es más fácil dejarnos guiar.
- Establecer una fecha de inicio: el famoso «el lunes comienzo la dieta» solo es una excusa para posponer una y otra vez aquello que deseamos. Sin embargo, si pones una fecha concreta y la marcas bien en tu calendario o en tu agenda, reafirmarás tu objetivo.
- Prepara tu entorno: si deseas comer de forma saludable, deshazte de toda la comida chatarra y los números telefónicos de los envíos a casa. Si deseas ejercitar de manera regular, busca ropa y calzado y déjalos a la vista. Cada pequeña cosa que hagas para reafirmar el nuevo hábito es importante.
- Visualiza el resultado: desde el principio, acostumbra a visualizar cómo mejorará tu calidad de vida cuando logres incorporar ese hábito positivo, y aprovecha a recordar las razones por las que deseas incorporarlo.
- Disfruta los estímulos nuevos y positivos: a medida que avanzas en los 21 días, utiliza los cambios positivos que experimentas (aunque sean mínimos) para motivarte. Puede ser la lozanía de tu piel gracias a la alimentación saludable o la mayor energía y tonicidad de tu cuerpo gracias al ejercicio. Todo hábito positivo conduce a resultados positivos.
- Si no tienes éxito, vuelve a intentarlo: en ocasiones lleva más de 21 días incorporar un hábito. Lo mejor que puedes hacer en estos casos es evitar sentirte mal contigo mismo y, en lugar de ello, dedicar tus energía a determinar qué falló. Quizás quieres comer comida saludable preparada por ti mismo, pero cocinas horrible (¡aprende a cocinar!), o detestas las sesiones de gimnasia en las que pasas media hora en la cinta (¡experimenta hasta encontrar el ejercicio que disfrutes!).
El Método De Jerry Seinfeld Para Formar Hábitos
El exitoso comediante y empresario estadounidense Jerry Seinfeld desarrolló un sistema muy eficaz y sencillo para ayudarnos a la hora de implantar un hábito. Su objetivo es permitirnos controlar cada uno de los 21 días (o el tiempo que consideres necesario) con la premisa de no cortar la cadena.
Para poner en práctica este método debes dibujar o imprimir un calendario de grandes proporciones y ponerlo en un lugar muy visible. Un lugar donde tropezarás con él sí o sí. Luego, tan solo debes marcar los días en que pones en práctica el nuevo hábito, uno tras otro. Hazlo con un rotulador grueso y de un color vivo, para que sea bien visible. De esa manera vas encadenando día tras día hasta que el nuevo hábito ya forma parte de ti y ya no necesitas el calendario.
Si te saltas un día, comienza de nuevo con la cuenta (no la retomes). Este método es una excelente motivación, ya que ver el calendario todos los días nos recuerda nuestro propósito y funciona también como un desafío divertido.
Esto también lo puedes hacer en formato digital, en tu móvil o en el ordenador, pero no es recomendable porque ya no cumplirá su función de recordatorio (antes deberás recordar que debes visitar el calendario). Por ello es mejor la versión dibujada o impresa.
Conclusión
Los hábitos se adquieren. Nadie nace con ellos. Nuestro hogar, la escuela, el trabajo, los amigos, todos ellos son una influencia de nuestros hábitos. Todos tenemos hábitos positivos y negativos. Lo bueno es que podemos desaprender los malos hábitos y aprender aquellos que deseamos.
Modificar o incorporar nuevos hábitos cuesta trabajo porque nuestro cerebro está preparado para buscar los caminos que le permitan ahorrar el máximo de energía. Pero esa misma cualidad es la que podemos aprovechar para que -con un pequeño esfuerzo- incorporemos como algo automático un hábito positivo. Cuando nuestro cerebro esté acostumbrado al nuevo hábito, cada vez nos será más sencillo ejecutarlo (y seremos más eficientes al hacerlo).
Haz un pequeño cambio por vez, disfruta del éxito y avanza. Y si fallas, inténtalo de nuevo aprovechando lo que has aprendido de ti mismo. Ten paciencia y persiste, un buen hábito te redituará beneficios durante toda tu vida.